Empieza la Guerra Parte 9

El Lobo del Sol Rojo
Por Cananeo Campos Camacho


Año de 1883, Barcelona, España. Joan Martorell arquitecto asesor de Bocabella rehúsa continuar con la construcción del templo conocido como La Sagrada Familia, siendo ofrecido el puesto a su joven ayudante de nombre Antonio Gaudí de apenas 31 años de edad el cual no contaba con ninguna gran obra conocida todavía.

Es de madrugada aún en el puerto de Barcelona, no falta mucho para el amanecer, una niebla fría acompaña a la embarcación mercante que está apunto de arribar al puerto, lentamente la sombría embarcación va tomando su lugar mientras los marineros comienzan su acelerada rutina, destaca entre el alboroto una peculiar figura de un hombre vistiendo visiblemente orgulloso su yukata de color rojo oscuro casi como la sangre con símbolos dorados en lo que se describiría como los puños de una bata, calzando las geta se le puede observar seguro y orgulloso de si.



Se mantiene en proa de pie mirando al puerto, no ha hablado con nadie en todo el viaje, en su mirada se puede ver como si escudriñara hasta el más pequeño rincón, en cada ventana y en cada puerta, casi como si esperara ver a alguien...

Hiro, su más cercano y leal sirviente se acerca a él diciendo con una reverencia, -Estamos listos mi señor...

Sin decir palabra y solo dirigiendo la mirada a este -quien al sentir los ojos de su amo encima queda petrificado pues cada vez que lo hace siente como si su mirada lo atravesara-.

Con una voz pasiva su amo le dice, -Pregunta por la ubicación de su ZAL, ¡no quiero imprevistos!-, cambiando fuertemente el tono de su voz.

El sirviente contesta, -¡Si mi señor!- alejándose rápidamente para cumplir con la encomienda.

Se ve al sirviente bajar de la embarcación con una pequeña carreta acompañado de otros dos miembros de la tripulación llevando muestras de las finas telas que han sido traídas para ser utilizadas como fachada para esta cacería.

Mientras permanece en meditación, Zeta, inmortal por más tiempo del que él mismo hubiera deseado ser y ahora viviendo en este mundo del cual, ha tenido que aprender a protegerse, se ha dedicado desde su llegada a esta dimensión a perseguir y cazar criaturas, seres a los que en algún momento de su vida él veía casi todos los días, en ese otro mundo al que él llama ahora cariñosamente su hogar. Sus pensamientos se escapan por un momento en voz alta, “si estos humanos vieran por tan solo un momento”, con un suspiro tratando de disimularlo vuelve la mirada hacia la ciudad.

Ha estado persiguiendo a una de estas criaturas por mucho tiempo, entre un continente y otro, este ser al que persigue tiene algo diferente a los demás, ahora parece que quiere ser encontrado.

De sus ropas saca un pequeño rollo de papel con un mensaje, una invitación, diciendo en voz baja -¡Li!- Apretando el trozo de papel visiblemente molesto y cerrando su puño derecho lo lanza al mar.

De pronto se da cuenta, algo anda mal, no hay nadie en el muelle y Hiro aún no regresa, las nubes se mueven con la fría brisa de la madrugada para dejar caer sobre el puerto la luz de una gran Luna llena entendiendo Zeta inmediatamente el mensaje, dice -¡Ahí estas!

Toma su espada ajustándola a su cinturón y se lanza a gran velocidad hacia los edificios del puerto, piensa, “no hay nadie”, al mismo instante que al dar la vuelta en la esquina de un edificio ve la pequeña carreta abandonada y a unos cuantos metros a dos de los sirvientes... Zeta, con su mano derecha en el mango de su espada y previniendo algún ataque sorpresa se acerca rápidamente, antes de llegar puede ver los cuerpos de esas pobres almas y se da cuenta de que han sido mordidos, desenfunda su espada, sabe que no hay otra opción, sus cabezas deben ser cortadas, mientras levanta su espada para asestar el golpe repite en su lengua natal...

- この魂を祝福し、交差点のための光を受信する (bendice esta alma y que reciba la luz para poder cruzar)...

Después lanza una mirada hacia las oscuras calles y grita, -¡Querías que te encontrara y ahora te escondes! ¡Vamos! ¿A qué estas jugando?

La atención de Zeta es distraída al ver en el suelo algo que le causa asombro y miedo, no puede creer que algo así haya llegado a ese lugar, -¿esto que hace aquí?- dice inclinándose para tomar en sus manos un pequeño caballo de madera, regalo de él a lo más cercano que ha tenido a un hijo -...¡Kotaro!- exclama.

Se puede ver claramente como la rabia llena los ojos de Zeta, de imprevisto se alcanza a escuchar a la distancia entre las calles oscuras y solitarias de la ciudad gritos que su oído entrenado alcanza a captar -¡Kotaro!-, dice en voz alta emprendiendo la veloz carrera hacia donde se originan, llegando rápidamente a lo que parece una construcción abandonada de lo que él interpreta como alguna clase de templo, en el momento que recorre lentamente el lugar y al irse acercando a la entrada de lo que aparentemente es una cripta, de la parte de arriba de la construcción escucha una voz que retumba como eco en la callada y fría noche, -¡Zeta! nos da mucho gusto volver a verte-, diciendo esto en un tono sarcástico, -comenzaba a preguntarme si aceptarías mi invitación- la mirada de asombro de Zeta no puede ser más obvia y es inmediatamente contestada, -es normal que estés así de sorprendido- mientras la figura se acerca un poco más a la luz de unas antorchas encendidas y colocadas en las paredes de la cripta de ese templo, luciendo largo cabello y ropas oscuras se muestra ante él la figura de Li, el Licántropo al que tanto tiempo ha estado persiguiendo y este le dice, -Verás, he estado observándote desde hace mucho y así fue como me di cuenta que hiciste un juramento, ¿eres un Hombre de Honor, verdad?- Mientras Zeta escucha a su adversario y con su mano sujetando el mango de su espada, busca con rápidas miradas algún rastro de su hijo poniéndole muy poca atención al dialogo que desarrolla Li frente a él.

- Sé también que preferirías ver mi otro rostro y no estar escuchándome, esa es una de las ventajas de ser un veterano-, soltando una pequeña sonrisa.

Retoma su atención cuando escucha, -¿Juraste cuidarlo y protegerlo con tu vida verdad? Debería de darte vergüenza, por estar tan ocupado persiguiéndome no has cumplido tu promesa, nuestro pequeño Kotaro ha crecido y está aquí conmigo preguntándome si la cumplirás.

Zeta no alcanza a decir palabra cuando sobre la cúpula de la cripta se deja caer un Hombre Lobo al mismo tiempo que suelta un gran aullido.

- ¿Que le has hecho a mi hijo?

- ¿Yo? -responde Li, -pero si esto no es más que el resultado de lo que tú has hecho, ¿cuándo pensabas decirle que eres inmortal y que él se limitaría a envejecer y morir?, -dice insistente Li- ¡responde Zeta!, ¿Cuándo pensabas decirle? No sabes qué fue lo que me dijo cuando me escuchó decirle le verdad sobre ti, ¿eh? No te imaginas... él ha venido aquí ahora para hacerte cumplir tu promesa.

- ¿Qué es lo que estas diciendo? -pregunta Zeta, -si has matado a mi hijo...

- No... -responde Li-, él se ha vuelto inmortal igual que tú, y ahora, como inmortal y como tu hijo ha venido a hacer valer tu palabra y tu honor...- la mirada de asombro de Zeta es nuevamente interrumpida... -Realmente pensaste que el joven Kotaro iba a despreciar mi oferta de inmortalidad....

- ¿Qué?

- Veras, yo he accedido a hacerte esta generosa oferta para que tu puedas continuar protegiéndolo y así cumplir con tu promesa como el Hombre de Honor que eres... Únete a nosotros, tu hijo está aquí esperándote, si no lo haces, tu Honor quedará manchado. Acepta mi oferta y podrás vivir como el guerrero que eres al lado de tu hijo.

Está amaneciendo y con los primeros rayos de Sol el cielo se torna en un tono rojizo mientras los brazos de Zeta caen rendidos a sus costados al mirar como la figura del Licántropo que estaba sobre la cúpula baja despacio, mientras comienza a ser testigo de la transformación y lentamente de la imagen de la increíble bestia que tenía enfrente toma forma el cuerpo de su pequeño hijo de apenas 11 años, Zeta cae de rodillas ante él, mientras Li a sus espaldas extiende los colmillos descubriendo el cuello de Zeta, un instante antes de morderlo Li dice: -Seguirás siendo un cazador.

“Aun el hombre que es puro de corazón y dice sus oraciones de noche, se convertirá en lobo cuando florezca el veneno y brille la Luna de otoño”
(Curt Siodmak)

No hay comentarios:

Visitas