Empieza la Guerra Parte 16

El Choque de las Sombras 2ª Parte
Por Cananeo Campos Camacho


Entre la espesura del bosque se puede escuchar el relinchar solitario de un caballo que ha sido exigido y llevado hasta el límite por su amo; por encima de la copa de los árboles se asoma una gran luna llena brillando, ni el viento ni las nubes se hacen presentes esta noche.

El bosque está lleno de peligros, de seres o animales parecidos a un puma pero con tentáculos y poseedores de una inteligencia que podría superar a la de cualquier humano además de árboles que se mueven por si solos como si tuvieran vida propia, esos peligros son los que menos preocupan por el momento a Lóbrego… porque esta noche hay algo más…

“Me están guiando hacia su trampa”, piensa, “y tendré que caer en ella si quiero saber de qué se trata”, mientras mira de reojo, veloces sombras acompañadas de largos aullidos lo comienzan a rodear.



Ha dejado todo atrás, en su guarida, solo lleva consigo dos pequeñas alforjas con objetos que le podrían resultar útiles y algunas cuantas cosas de las que no se ha querido deshacer, ha emprendido este nuevo viaje sin esperar regresar, ha vestido a Herú, su fiel corcel y compañero por tanto tiempo con una armadura ligera, así que el viejo corcel negro azabache luce imponente mientras los trozos de plata de su armadura lanzan destellos brillantes que en armonía con sus centelleantes ojos dan la impresión de que el animal sabe que de este viaje no hay regreso.

- ¿A esto es a lo que llaman trampa? –Dice Lóbrego-, ¡Una simple emboscada!

No ha terminado de decir eso cuando llega a una pequeña llanura justo a la salida del bosque y enfrente de él, una gran montaña rocosa, aparentemente no hay salida más que continuar por el llano. Fácilmente alcanza a contar una docena de Licántropos a su espalda y continúa con su veloz carrera.

La formación de los lobos es en forma de cono, cerrando cada vez más los espacios y esperando limitar el movimiento de su presa.

- ¡Ya no tenemos mucho tiempo, viejo amigo!, -dice Lóbrego con voz emocionada mientras acaricia la crin de su caballo, alza la mirada para darse cuenta de que está rodeado y dice-, tranquilo, solo son animales ¡gracias por acompañarme durante tanto tiempo! Ahora es el momento de combatir…

Mientras, desde lo alto de la colina, Nix lo observaba impávido sin dejar ver ninguna emoción en su rostro, junto a él, Alrik, quien a diferencia se hace acompañar de unos ojos llenos de emoción y confianza, abajo, dirigiendo el ataque esta Rhada convertido en Licántropo… la noche comienza a llenarse de aullidos…

Lóbrego detiene su carrera y de las pequeñas alforjas saca dos frascos con la sustancia conocida como Fuego Griego, con un frasco en cada mano da la vuelta esperando el ataque, alza las manos mientras comienza a levitar, desde este momento su meditación es imperturbable, Herú ya sabe que hacer, embestir a todos los animales que se pongan en su camino, mientras tanto, Lóbrego da la impresión de estar parado sobre la silla de Herú pero no es así, se mantiene levitando…

Justo en medio de la llanura los Licántropos están a unos metros de él, poco más de una docena de ellos sedientos de su sangre comienzan a acercarse, este es el momento que estaba esperando, destapa con sus pulgares los frascos al mismo tiempo que extiende sus brazos en forma de cruz y comienza a girar velozmente, los primeros Licántropos que van al frente del ataque se lanzan sobre Lóbrego solo para ser recibidos con un baño de Fuego Griego…

Los aullidos amenazantes de la noche se vuelven aullidos de dolor, causantes de impresión y rabia, únicas expresiones visibles en los ojos de Alrik mientras ve caer a sus hermanos envueltos en un fuego que no pueden apagar echándose a correr y chocando unos con otros, provocando confusión en sus filas y que aún los que llegan a chocar con los que están en llamas se incendien.

Alrik voltea a ver su maestro, Nix, que para su asombro muestra una mueca parecida a una sonrisa, provocando en él desconcierto y rabia hacia su propio maestro, piensa… “¡Parece que lo estuviera disfrutando!”.

Abajo, en el valle, Lóbrego continua la batalla, aprovechando la confusión, en sus manos aparecen dos espadas que inmediatamente lanza sobre los dos primeros Licántropos que ve, uno de ellos es Rhada, quien al intentar esquivar el golpe de espada es sorprendido por unos filosos cortes sobre su cuerpo provocados por las garras de la mano izquierda de Lóbrego, inmediatamente aparece en su mano una de sus espadas y la cabeza de Rhada es cortada.

- ¡Ja, ja, ja! -desde lo alto de la colina la mueca sonriente de Nix se vuelve carcajada, es Alrik el que no alcanza a comprender que pasa.

“Esta era nuestra trampa…” piensa Alrik, “pero más bien parece que él llevó a mis compañeros al matadero…”.

- ¡Maestro! ¿Qué es lo que está pasando? -pregunta Alrik

- ¡Es apenas el comienzo!, -responde Nix dirigiendo una mirada amenazante sobre él, sin despegar los ojos de Alrik alza la voz diciendo- ¡Da la orden!

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