Reencuentro
Por Alejandro Echartea
El Clan de Baal
Un apuesto hombre rubio y de ojos azules vestido de negro, cual sacerdote católico, reza fervientemente de rodillas frente a un rudimentario altar hecho de corroídos tablones en una pequeña capilla de piedra y mortero; con la mirada clavada en lo alto sobre una rama cubierta de espinas de mezquite con forma de cruz, el blondo caballero sostiene un rosario de madera de roble unido de pequeños eslabones de oro del cual pende una cruz y en el centro de ésta, en relieve, dos pequeñas llaves entrecruzadas por un listón y en el centro de ambas la tiara del santo pontífice, es decir, el Escudo de Armas del Vaticano.
Por Alejandro Echartea
El Clan de Baal
Un apuesto hombre rubio y de ojos azules vestido de negro, cual sacerdote católico, reza fervientemente de rodillas frente a un rudimentario altar hecho de corroídos tablones en una pequeña capilla de piedra y mortero; con la mirada clavada en lo alto sobre una rama cubierta de espinas de mezquite con forma de cruz, el blondo caballero sostiene un rosario de madera de roble unido de pequeños eslabones de oro del cual pende una cruz y en el centro de ésta, en relieve, dos pequeñas llaves entrecruzadas por un listón y en el centro de ambas la tiara del santo pontífice, es decir, el Escudo de Armas del Vaticano.