Empieza la Guerra Parte 31

Reencuentro
Por Alejandro Echartea
The Tomb

El Paso, Texas…
22:00 horas…

Al noreste, sobre la carretera Montana Ave y Flager Street se encuentra la gasolinera y parada de camioneros “Rosarito’s”, a cien metros de ahí, por un camino de tierra se halla el bar clandestino “The Tomb” junto a un basurero de vehículos chatarra. Los camioneros más rudos y los peores criminales de El Paso conviven entre alcohol, drogas y armas en un sitio al que la ley se niega a entrar.

Motocicletas y maltratados vehículos se estacionan alrededor de “The Tomb”, sus propietarios usan palabras soeces a gritos como saludo en aquel desagradable lugar. Dos jóvenes quienes observan el lugar a lo lejos, seguros entre la oscuridad, miran al cielo estrellado y deciden caminar hacia aquel burdo local de madera vieja y carcomida.



El interior de “The Tomb” no difiere mucho de su miserable exterior, una barra al fondo hecha de ladrillos agrietados y una placa de cemento parece ser lo más resistente de aquella endeble construcción, un gran espejo atrás de la misma barra adorna el lugar junto a un estante de botellas viejas y vacías llenas de polvo y telarañas. Los tarros que están sobre una mesa a espaldas del cantinero forman perfectas pirámides que cambian continuamente de lugar al pasar de las manos del cantinero, -un hombre viejo, sucio y gordo- al barril de cerveza y a las manos de los bebedores, quienes de aspecto similar al del viejo cantinero, las vacían en un solo trago y las regresan en ese estado a la misma pirámide de la cual salieron.

Seis mesas de billar están distribuidas por todo el local, estas son lo más llamativo, ya que parecen ser lo más nuevo y mejor cuidado del mobiliario de todo el lugar. Una cantidad similar de mesas de plástico con la marca de la cerveza Tecate Light y veinticuatro sillas de plástico complementan el inventario.

Los dos jóvenes entran y discretamente van a un rincón poco iluminado de la barra. Esperan silenciosamente a que el cantinero note su presencia y luego de dudarlo bastante rato, éste decide acercárseles.

- ¿Cerveza? –Después de un breve silencio, repite-, ¿cerveza? O se largan, como sea, me da igual.

- Dos, en tarros limpios.

- ¡Ja ja ja! –El cantinero va hasta el barril de la cerveza y toma dos tarros que descansan sin dueño en la barra, los llena del espumoso líquido y los lanza por la barra hasta los dos jóvenes. Apoya su enorme peso sobre un brazo recargado en la barra y espera a ver que los dos hayan dado su primero trago a sus bebidas, al ver esto, satisfecho, suelta un sonoro gruñido que pareciera ser una carcajada y escupe al suelo para inmediatamente seguir atendiendo a un borracho en el extremo opuesto de la barra.

- ¿Conoces al pollero?

- Si, él era uno de los “novios” de mi madre antes de que yo recibiera “El Beso” y abandonara la casa, -Dice Micke, un pálido y alto joven de cabellos castaños que no aparenta más de 18 años.

- ¿Y podrá llevarnos a México “Men”?, ¿bien lejos de la gente de Scofield? –El otro de los jóvenes, Dan, es mucho más bajo de estatura que Micke, pero de complexión más robusta y de mayor edad, a simple vista Dan es mexicoamericano, un tatuaje de la Virgen de Guadalupe en el hombro izquierdo sobre una bandera mexicana lo confirman.

- Claro hermano, llevar “contrabando” humano de USA a México debería de ser más fácil que traerlo a este país, ¿no crees?

Un intento de trifulca llama la atención del par de fugitivos, pero ésta es tranquilizada rápidamente por varios de los camioneros y el orden regresa a la cantina.

- Además, si no acepta llevarnos, podré vengarme de todo lo que hizo el tiempo que vivió en casa… -Después de pensarlo un poco agrega-, que diablos, cuando estemos a salvo lo haré de todos modos.

- Ja ja ja –Ríe por lo bajo Dan.

Las horas pasan en aquel lugar, la estruendosa música acalla el sonido de las bolas de billar y de las botellas de vidrio al romperse al resbalar de las manos de sus ebrios consumidores. Todo sigue en completa calma, o lo que podría llamarse calma hasta que un grupo de toscos motociclistas entran por la única entrada de aquel tugurio.

Seis de estos nuevos llegados hacen un rápido reconocimiento visual de todos los presentes, son pocos los que notan su llegada pero hacen caso omiso de estos, es el cantinero el que extrañado, mira como el que pareciera ser el líder del grupo aspira profundamente el aire de aquel ambiente corrompido de olor a cerveza, humo de cigarrillos, sudor y orines, inmediatamente después de aspirar ese pestilente aire, señala a los dos jóvenes y sus cinco acompañantes marchan directo hacia los discretos jovenzuelos.

- Eh… ¡muchachos! –Dice el cantinero de manera burlona a Micke y Dan-, creo que ya los encontraron sus padres, ¡ja ja ja! –Y señala a los recién llegados.

La pareja de forajidos voltea hacia donde se les es señalado y completamente congelados por la sorpresa derraman el ambarino líquido de sus tarros casi llenos.

- ¡N-no por favor!

- ¡A nosotros no… por favor!

Una risa adorna el osco y brutal gesto de aquellos cinco hombres mientras sujetan a los jóvenes de las muñecas y las tuercen obligándolos a arrodillarse.

- ¿Creyeron que iban a escapar de la manada? –Dice uno de los Hombres.

La escena es ignorada para todos los clientes del tugurio menos para el cantinero, quien divertido observa cruzado de manos toda la escena.

- ¡¿Lo creyeron?! –Repite.

- P-por favor… que alguien nos ayude… -Suplica Micke mirando desconsolado al suelo de tablas. “Tendrás tu ayuda”, escucha una voz en su cabeza, y como un reflejo, él y Dan levantan su rostro y lo dirigen hacia la entrada, donde se encuentra obstruyendo la entrada el líder de sus perseguidores, sorpresivamente ese hombre es arrojado por alguna fuerza hacia dentro de la cantina derribando en su camino a varios de los camioneros y motociclistas que ahí se encontraban.

Cruzando el portal de la entrada, dos hombres vestidos de gabardina con vestimentas oscuras recorren los rostros de todos en aquel cuchitril como si vieran en lo profundo de sus pensamientos, uno de ellos, de piel clara pero con un cierto brillo como de bronce camina al frente, atrás de él, un hombre más alto y de piel blanca como el mármol, de cabello largo y negro como el plumaje de un cuervo porta en su mano derecha una brillante espada samurai, la hoja de la espada destella por un instante antes de que su oreja izquierda destellara de la misma manera.

- Fuera, todos, ya… -Dice el portador de la espada.

Al terminar su frase, todos los hombres parten atropellándose al salir por la única puerta dejando dentro a los seis hombres recién llegados, a los dos muchachos y al cantinero.

- El gordo de la barra no te obedeció Maestro.

- Es curioso Chupa, -Dice el hombre de la espada- pero a pesar de su aspecto, es el menos peor de los que aquí se encontraban.

- Acaben con ellos… -Dice el líder de los hombres con dificultad mientras sufre algún tipo de ataque nervioso-, ¡mátenlos!

Los otros hombres sueltan a sus presas y tambaleantes avanzan hacia Dragon Knight y Chupa, a cada paso que dan cambia su aspecto, cabello surge de cada poro de su piel, sus espaldas se hacen anchas al igual que su rostro se transforma en una deforme máscara de animal. Al llegar casi a sus presas son completamente Hombres Lobo en esencia y sustancia.

La jauría de seis Licántropos aúlla amenazadoramente antes de saltar sobre los dos Vampiros.

Al unísono la pareja de Nosferatu se divide, cada quien toma un flanco y selecciona a sus contrincantes, Chupa desenfunda de entre sus ropas un par de Colt M1911 y las dispara a dos de los Licántropos que saltan contra él.

Dragon Knight por el contrario, salta al frente buscando al líder de los Hombres Lobo quien se quedó agazapado atrás de sus soldados, al notar su intención, salta también en contra del Vampiro, durante el recorrido, Selkirk Dragon Knight da veloces cortes a los Lobos que se atraviesan en su camino.

Chupa derriba a uno de sus contrincantes y en el acto hiere también al otro que furioso salta contra él y lo sujeta intentando desagarrar su cuello, Chupa nota esto y hace uso de toda su fuerza para enterrar sus dedos pulgares en las cuencas de los ojos del Licántropo, al sentirse liberado apunta rápidamente su pistola cargada con la última bala hacia la frente de su rival y dispara.

Selkirk llega a su objetivo, pero antes de dar su estocada se frena justo a tiempo para evitar el corte de las garras de la mano izquierda del Licántropo, ataque que logra desgarrar la gabardina negra del Vampiro, acto seguido y con la defensa baja del Hombre Lobo, Selkirk Dragon Knight da un corte rápido, preciso y seguro desprendiendo la cabeza del cuerpo del bestial ser.

Los otros tres Hombres Lobo, dos de ellos con algunas heridas de la espada samurai miran atontados la grotesca escena, enfurecidos saltan en el aire contra el Vampiro de la oreja de plata, en ese preciso instante suenan tres disparos de arma de fuego, Chupa derriba a uno de los Licántropos y en una fracción de segundo Dragon Knight está entre los dos Hombres Lobo y en un parpadeo más está del lado opuesto mientras un chorro de sangre baña el piso de tablas y los Licántropos caen en pedazos sobre su propia sangre.

Luego de mirar por un segundo a los dos jóvenes Vampiros a sus ojos, una voz retumba en las mentes de los recién salvados.

“Y ahora, ¿dónde puedo encontrar al resto de Hombres Lobo de Scofield? Y ¿Dónde puedo encontrar al Paladín Braveblade?”

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