El Ataque del Lobo
Por Alejandro Echartea
- Se ve hermosa dormida a la luz de la Luna.
La habitación se encuentra vacía salvo por la bella mujer que duerme despreocupadamente en la habitación numero 31 de aquel antiguo hotel en La Habana.
El cielo se encuentra despejado y el viento corre libre entre los viejos –y derruidos- edificios de la capital cubana. La ventana de la habitación se encuentra abierta permitiendo la entrada del sereno de la noche que –poco- refresca la calurosa noche de verano en la isla caribeña.
A lo lejos, sobre la cornisa de un distante edificio abandonado apunto de demolerse, la figura de un hombre se yergue con sus ropas ondeantes al viento cuidando en todo momento, como un angel de la guardia, el sueño de la hermosa Eva.
- Lo sé. En verdad que es hermosa.- Contesta una voz tras él, quien gira lentamente el rostro hasta llegar a un punto en que la luz de la Luna arranca un destello de una oreja de metal.
- Luca… nos volvemos a ver, hermano.- Bajando de un salto de la cornisa, el sombrío caballero abraza efusivamente al recién llegado.
- Dragon Knight… mucho tiempo sin vernos.
Un perro ladra a lo lejos de la ciudad mientras por la calle, un solitario grupo hombres camina cabizbajo cargando su machete al hombro y algunos, un azadón en la espalda, son trabajadores de los cultivos de caña de azúcar que tarde, por algún contratiempo, regresan a sus hogares para descansar del duro día de trabajo que mañana se repetirá nuevamente.
La luz se enciende en una ventana a pocos metros de los dos caballeros, pero esta es apagada rápidamente tras generalizada queja de la docena de ocupantes de la muy modesta vivienda.
A lo lejos, el viento trae el sonido salido de un tocadiscos de transistores que toca una pieza de danzón y que escapa, seguramente, de la habitación de un viejo revolucionario que luchara al lado del Che Guevara y el Comandante Fidel Castro en la Revolución que derrocó a Fulgencio Batista en 1959.
La Luna llega a su cenit sorprendiendo a los dos amigos en un profundo silencio. De pie, frente a frente, las palabras parecen sobrar ante el entendimiento tácito entre la fija mirada de los dos oscuros personajes.
- Tienes que hacerla tuya.
La frase rompe el silencio justo cuando una “guagua” destartalada doblara la esquina del edificio circundado por advertencias de seguridad; fragmentos de polvo resbalan de las paredes y ventanas de vidrio ante las vibraciones emitidas por el viejo motor diesel que esforzándose, intenta hacer llegar a su conductor a su destino.
- No. – Contesta Dragon Knight.
- Eres el mismo de siempre. –Sonriendo amargamente, Luca señala hacia la habitación del hotel.- Hazlo, si no lo haces, uno de los Licántropos lo hará, esta misma noche han enviado a alguien más para hacerlo.
- Lo sé, por eso te estaba esperando. –Dice Dragon Knight dando la espalda a su amigo.
La habitación sigue en paz. Eva apenas se ha movido bajo las sábanas de algodón al sentir una corriente de aire frío de la madrugada que se cuela hasta ella y la hace sobresaltar, como en presagio del peligro que la rodea.
- Lo siento, pero mucho antes de llegar a este mundo habíamos elegido bandos. –Con lentitud, Luca se despoja de camisa y zapatos- Era inevitable, tarde o temprano esto tenía que suceder.
Tirando su gabardina entre las despegadas tejas del techo, Selkirk Dragon Knight se voltea para quedar de frente a su viejo amigo y mostrar los colmillos en tono amenazador, mientras lánguidamente bajo la luz de la Luna y las estrellas, Luca empieza la transformación estirando músculos, fracturando huesos y tendones para pasar de humano, a Licántropo.
Finalmente, en el paisaje de vetustas azoteas entre las estrellas y el olor a sal del mar, Vampiro y Hombre Lobo quedan suspendidos un momento en el tiempo al cruzarse sus miradas entre si y recordar.
Hace mucho, mucho tiempo, en otro mundo, en otra dimensión incluso, en un mundo de gran variedad de dioses deseosos de pelear entre sí y de entrometerse en la vida de los mortales, en el filo de la guerra entre los Dioses de la Luz contra los Dioses de la Oscuridad, en el camino hacia el reino de Yram…
Cerca de un campamento junto a un riachuelo, un joven Selkirk practica con su espada entre las rocas y juncos del riachuelo. El silencio roto por el parsimonioso sonido de agua del riachuelo rompiendo entre las rocas, el canto de las ranas y de los grillos, Dragon Knight esboza cortes en el aire de la noche, mientras un maduro Luca observa el movimiento rápido y preciso de la hoja de la espada en su recorrido hacia imaginarios enemigos y encuentra un defecto.
- Darás en el blanco, pero tu enemigo también lo hará.
- ¿Qué? –dice Dragon Knight al bajar su arma.
- Tu defensa, no existe, parece ser que toda tu guardia descansa en la efectividad de tu ataque.
- Saltando hacia la improvisada arena de lucha, Luca desenfunda una de sus espadas gemelas que cuelgan de su espalda y la esgrime en alto con ambas manos sobre su cabeza. –Te mostraré… ¡atácame!
Dragon Knight levanta su espada y arremete rápidamente contra él, pero antes de dar en su blanco, como un rayo cae la espada de Luca frustrando la arremetida. En un segundo intento, Selkirk finta rápidamente y ataja el golpe desde abajo, pero la velocidad del brazo y la hoja de Luca lo desarman. Con un impulso, Selkirk se arroja por la espada y justo al darse la vuelta para encarar a su temporal enemigo, se encuentra el filo de la espada en su garganta y al final de la larga hoja de acero, la sonrisa burlona y la mirada serena de su amigo.
- Este es el Ataque del Lobo. Mi padre me lo enseñó, y a él su padre, este golpe secreto ha pasado de generación en generación por mi familia, y ahora, te lo regalo.
Sacudiéndose el polvo y envainando su hoja en la funda de cuero, Selkirk hace una reverencia y saluda con la mirada baja a su tutor.
- Gracias… maestro.
La pistola con balas de plata sale rauda a la mano de Selkirk justo en el momento en que la garra derecha del Hombre Lobo Luca, pega de lleno en su pecho y desgarra la camisa de seda negra dejando ver abajo, una fina cota de malla que sin rasgarse, soporta el embate del Licántropo.
La bala vuela veloz entre la corta distancia de los combatientes, pero un giro a la hora del ataque de Luca hace que la trayectoria del proyectil rose solamente el hombro izquierdo de la enorme bestia.
No obstante el embate entre los dos guerreros de la noche, estos pierden el equilibrio y caen entre las tejas y las vigas a través del techo a una de las polvientas y solitarias habitaciones del condenado edificio.
El enorme Hombre Lobo cae con agilidad sobre las viejas tablas del piso mientras el Vampiro desciende lentamente, levitando, para medir la situación.
De un salto, Luca tira un zarpaso a su contrincante, el otro alcanza a prenderlo en llamas con un solo gesto de su mano quedando los dos en un abrazo mortal y dando tumbos entre los muros de ladrillo, incendiando fragmentos de tela y revestiduras de madera prendiendo la moribunda edificación en una antorcha que ilumina el paisaje nocturno de La Habana.
Los vecinos de los edificios aledaños salen despavoridos recogiendo sus escasas pertenencias, unos cuantos cambios de ropa, unos utensilios para la comida y un par de electrodomésticos pues saben que los bomberos no acudirán por falta de un carro bomba funcional, los vecinos por su lado no lo pueden apagar porque no tienen agua y con tristeza y esperanza de que el incendio no se propague a otras construcciones, observan tristes y asustados el espectáculo que se alza frente a ellos.
A metros de distancia, Selkirk emerge de entre la oscuridad de la noche y observa el dantesco espectáculo, gira su rostro y con su mirada de Vampiro ve como Eva se ha levantado y cubriéndose con una ligera bata de dormir, se asoma por el balcón de la ventana para observar el resplandor del incendio al otro lado de la ciudad.
- Tienes que hacerla tuya. –Dice una voz grotesca, casi gutural tras Selkirk.
- Luca.
- Tienes que hacerlo, o si no, nosotros lo haremos, y si eso pasa, Eva se convertirá en la Reina de los Lobos, todos los Clanes se unificarán a su alrededor y la guerra la habremos de ganar nosotros.
Volteando a ver al Hombre Lobo, Selkirk observa que éste está herido, cansado y con severas quemaduras por todo el cuerpo.
- ¿Por qué no acabaste conmigo? –Dice Dragon Knight con tristeza al Licántropo.
- Por que tú no acabaste conmigo… -Saltando en la oscuridad entre los techos de la ciudad, el Hombre Lobo desaparece dejando un rastro de pelo chamuscado a su paso y una amistad atrás para siempre.
“Pero la próxima vez no será igual”, escucha Dragon Knight en su mente.
Más tarde, Eva mira consternada la escena del incendio, aunque ella no alcanza a ver lo que pasa a esa distancia, observa como las llamas se sofocan repentinamente, tal vez por la intervención de los bomberos –siendo realmente el edificio el que se vino abajo aplastando a su paso su estructura y apagando en un momento las llamas que lo carcomían-.
- Eva, debemos hablar.
Sobresaltada, la bella mujer de los sensuales ojos mira tras ella para descubrir a su oscuro angel de la guardia, sentado sobre las sábanas de la cama y la mirada triste; con un puchero en sus labios y un paso fuera de la luz de la Luna, Eva se acerca al Vampiro.
- ¿Ha llegado la hora?
- Lo siento mucho, ya no lo puedo demorar más. –Poniéndose de pie, Dragon Knight abraza por la cintura a la mujer mientras acerca los labios a su cuello.- Perdóname. –Dice mientras da la mortal mordida.
- ¡¿Selkirk?! –Dice Eva al momento de la mordida y con un susurro termina.- Te amo.
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