Empieza la Guerra Parte 3

El Bosque en Llamas 1ª Parte
Por Cananeo Campos Camacho


- Jamás.

Lo dice en voz alta mientras piensa para si, “es la palabra de los desilusionados...”

Una extraña figura, cubierta por las sombras en el viejo bar, en un pueblo del que ni siquiera importa su nombre, hablando con una botella de ron… A nadie parece importar su presencia, ha sido atraído por los incendios en los bosques.

- Desilusionados- repite de nuevo en voz alta sorprendiendo al pequeño grupo de comensales, ellos sólo lo observan por un segundo, “un borracho más...”, piensan para si.



-¿Tienen tiempo para escuchar una historia? ¡Deberían darse el tiempo para escucharla!-, responde sin darles tiempo a contestar.

- ¡Una de las peculiaridades de los dioses, es que deben tener alguien que crea en ellos para continuar su existencia!- “Alguna vez, durante alguna de mis correrías, en medio de tanta gente con sus armaduras brillantes y sus increíbles habilidades”, piensa con un gesto desolador, “yo me llegué a sentir un dios, ¿se lo pueden imaginar?”

Desde la barra lo observan, todos se han reunido en ese lugar.

- ¿Se lo pueden imaginar...?, Se tendría que reescribir toda la literatura que menciona a los Dioses, tendrían que revisar todo el conocimiento, tendrían que pintarse otras grandes obras para reemplazar las imágenes en los templos, ¡ja ja, ja!, ¿se imaginan...? ¿lo saben...?- lo dice en voz baja, -entre más grande el dios, más grande el vacío, un vacío enorme en el corazón del hombre... ¿No lo creen?- Les pregunta sin voltear a verlos.

Los hombres aún callados no han dado un trago a sus copas.

- Hubo un tiempo en el que dormía placidamente, pues tenía a mis hermanos de armas a un lado... ¡hmm!, pero si les soy sincero, de esa parte de mi pasado no es de lo que trata la historia... ¡A sus ojos soy un loco devorador de mundos!...- todos se miran entre si, mientras la extraña figura da un trago a su copa.

- ¡Un dios enorme!, ¡tan grande como no han visto jamás!; se necesitó de algo así para hacernos llegar a este mundo... conjuró cuatrocientos encantamientos con su lengua de plata y heme aquí, atado a esta tierra, sin poder volver a mirar el sol y las incontables guerras entre los bosques en llamas...

¡Ah!, si, es verdad... los incendios...- se alza para apreciar que su rostro esboza una sonrisa... –¿No les gusta el aroma?- Inhala profundamente el aire viciado de la taberna.

- Mmm... ¿Huele a Becerro? ¡No! Más bien a mi me parece que huele a lobos en el fuego.
De nuevo sonríe... mostrando ahora todos los dientes.

Al verlo, los comensales han soltado sus copas de golpe, la figura en las sombras se pone lentamente de pie, un manto negro lo cubre, pero pueden ver en su sonrisa como crecen sus colmillos.

- Pero bueno, se está haciendo tarde ¿no creen? Y la verdad, ya tengo mucho rato esperando... solo puedo decirles que me da gusto que no llueva, detesto el olor a perro mojado.

¡Ah!, ya sé lo que han de estar pensando, “en verdad está loco, venir a una taberna, hacer alarde de matar a 4 hombres lobo... en verdad debe estar mal de la cabeza...”

¡Es verdad! Eso no se los había comentado- Se lleva una mano hacia la frente acompañando a los hombres con su risa, que desconcertados, inmediatamente guardan silencio.

-¿Qué nombre vamos a dar cuando nos pregunten a quien matamos?- preguntan los hombres.

- Mis amigos y enemigos se han encargado de llamarme de muchas maneras, creo que siempre ha dependido de la situación... pero te diré algo... te dejaré a ti al último para darte mi nombre...

Pierce es el hombre lobo más viejo del lugar, puede soportar los efectos de la luna por un poco más de tiempo... pero al escuchar eso, solo alcanza a abrir los ojos mostrando desconcierto y molestia.

Él ha traído a esta muerte en vida algo más que su sed de sangre, sin titubeos, voltea a ver a Pierce mientras observa como lentamente sus compañeros se trasforman en bestias; tiene la oportunidad de atacar pero no lo hace.

Le dice a Pierce, -¿Qué crees que haces, ve a esperarme al bosque, ¿o vas a rechazar mi reto? ¡Te prometo no hacerte esperar mucho!

Antes de bajar su capucha, cubre su rostro con una banda negra que le cubre nariz y boca, mientras Pierce sale corriendo sintiendo la transformación acercarse.

No solo su seguridad lo ha acompañado a esta muerte viva, sus habilidades han sido incrementadas y sus armas lo acompañan, estas correrías le han traído buenos recuerdos, de otros tiempos, de lo que él llama ahora, su otra vida... y de sus hermanos. Pero ahora no puede distraerse en eso, tampoco quiere perder mucho el tiempo con ellos, la verdadera presa está allá afuera esperándolo.

Se puede escuchar el sonido de los huesos reacomodándose, y con los primeros aullidos, él acecha expectante, en espera a que la presa se abalance sobre él. En su ego crecido, los lobos nunca le prestaron verdadera atención a la figura que se postraba frente a ellos.

De la larga túnica que lo cubre, deja mostrar un guante peculiarmente rojo como la sangre, para sorpresa del lobo, es sujetado con una increíble fuerza, prácticamente interceptándolo, sólo se escuchan los lamentos de éste cuando inmediatamente, es envuelto en llamas y al caer al suelo se descubre su pecho atravesado con unas largas garras, la sombría figura vuelve la mirada hacia donde están los otros dos compañeros del que yace en el suelo, no dice palabra alguna, sólo les muestra en sus manos el corazón calcinado del lobo.

Agazapados, sus compañeros gruñen con gran fuerza; para sorpresa de ellos, él hace lo mismo, inmediatamente se lanza sobre ellos, los lobos lo reciben lanzando arañazos que abrirían surcos en la piel de una persona, pero ninguna de las mordidas o arañazos surten efecto, sólo sus ropas son aparentemente rasgadas.

Claramente encolerizados, perdidos en su rabia, los hombres lobo regresan al ataque, se lanzan sobre él con gran rapidez mientras él se mantiene de pie frente a ellos esperándolos, con ambas manos a los costados, recibe el ataque de los dos nuevamente, sólo se escuchan los aullidos de dolor de los dos hombres lobo.

El de la derecha cae casi al instante con una espada en su pecho atravesándolo, el de la izquierda alcanza a acercase un poco más, pero solo para poder recibir su ataque defensivo de lleno, ninguno de los dos ha muerto aún; de éste desprende con brutalidad -quien lo pudiera ver, diría desprecio- las mismas largas garras de su pecho con las que atacó al primero de ellos y al mismo tiempo que lo hace, lanza al hombre lobo contra el muro dando un giro en el que inmediatamente y recibiendo la orden de su amo, aparece una espada en sus manos un instante antes de chocar el cuerpo del hombre lobo contra el muro y corta su cabeza.

Mientras tanto, su compañero recobra el sentido, intentando ponerse en pie ya no hay ninguna espada en su pecho, pero es demasiado tarde, solo queda él y está herido; al incorporarse, es recibido con un corte de espada desde la boca del estomago hasta la cabeza, aún vivo, el hombre lobo alcanza a escuchar decir a su asesino -¿tendré tiempo para un trago?-

En la ya vacía taberna solo se escucha el golpe seco de la cabeza del lobo al caer al suelo antes que su cuerpo.

Sus ropas ahora son rojas como la sangre, ya no hay ningún manto cubriéndole y dice en voz alta, -¡que desperdicio de alcohol!- mientras vacía el contenido de las botellas sobre el lugar. Afuera, el bosque sigue en llamas. De pie, en la puerta del Bar de su mano deja salir una ráfaga de fuego que hace inmediatamente arder la vieja taberna.

- ¡Ahora comienza la verdadera cacería!

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