Empieza la Guerra Parte 6

El Bosque en Llamas Conclusión
Por Cananeo Campos Camacho


A unos cuantos metros sobre la maltrecha figura del hombre lobo se yergue la sombría y espectral silueta del guerrero.

Pierce presencia algo que sus ojos no alcanzan a comprender del todo “¿¡qué es lo que está sucediendo!?”, se pregunta mientras observa a la fantasmal figura del guerrero acercarse levitando muy lentamente hacia él, al mismo tiempo, sus ropas comienzan a cambiar de forma, el guerrero es lentamente cubierto por una larga túnica negra que de no ser por la luz de la luna se confundiría con la oscura noche; en el momento menos esperado, a gran velocidad, desciende sobre el cuerpo del lobo aún intentando por ponerse en pie, colocando un pie sobre su garganta mientras que con su espada, clava el brazo izquierdo de Pierce al suelo.

“¡Ahora abre tu mente y escucha!...” oye Pierce resonar la voz del guerrero en su cerebro, “creo que no sabes lo que es esto”.



El Licántropo observa lo que parece ser una pequeña botella de metal, la cual, lentamente es desenroscada la tapa, sin decir nada más, el guerrero deja caer un poco del contenido sobre lo que ahora es un muñón en la pierna aún sangrante, descubriendo que se trata de alguna clase de polvo, al instante de que éste toca la pierna del lobo, el guerrero le dice, -Esto, esto es Nitrato de Plata-, si alguien hubiera medido la intensidad del grito de dolor que salió del lobo, diría que sus gritos se escucharon hasta los confines de aquel Bosque en Llamas.

- ¡Ahora que nos hemos entendido!-, dice el guerrero al mismo tiempo que continua espolvoreando sobre los brazos y demás heridas del hombre lobo, el contenido mortal del frasco. Mientras éste intenta retorcerse de dolor, su otra mano es seccionada. Con pasividad, mostrándose completamente indiferente al sufrimiento de Pierce, el guerrero se limita a decir, -Y bajo este endiablado cielo que lentamente comienza a mostrar destellos rojizos, déjame concluir que es tiempo de irnos... el fuego se acerca...

Los contorsionados movimientos de dolor del hombre lobo al ser llevado arrastras y a gran velocidad a través del bosque, se confunden mientras su maltratado cuerpo es golpeado contra todo lo que se atraviesa en su camino.

El guerrero está claramente emocionado por escuchar lo que Pierce tenga que decir mientras sigue su camino a gran velocidad, ahora, hacia unas colinas; lleva perfectamente sujeto de la pierna derecha al Licántropo, y al estar en las colinas, comienza a levitar sobre ellas diciendo –Llegamos-, en ese mismo momento y aún con la primera claridad del día, enfrente de ellos aparece una lúgubre formación de rocas, Pierce sólo alcanza a ver dos grandes pilares en la entrada de la cueva llenos de símbolos que inmediatamente reconoce pues están hechos para alejar a los de su raza, comenzando inmediatamente su cuerpo a sentir los efectos de la transformación combinados con los del dolor provocados por los artificios de las columnas.

Continúa siendo arrastrado solo por un momento más mientras puede ver como la poca luz del sol que comenzaba a salir, se disipa para quedar de nuevo en la penumbra, -¿Es muy oscuro para ti?-, pregunta el guerrero en tono sarcástico, -¡Bien!-, sin mostrar intención de encender ninguna luz, el Licántropo simplemente es lanzado contra la pared y al momento que es golpeado, nuevamente es tomado en vilo, pero ahora siente como unas afiladas garras atraviesan su pierna, aún puede sentir su piel quemarse por el Nitrato de Plata y siente que las entrañas le queman por haber sido introducido a este lugar, el Licántropo, ahora ya humano, simplemente no alcanza a ver nada del lugar donde se encuentra, consigue, sin embargo, escuchar de nuevo en su mente la voz del guerrero que le dice, “Créeme, lo que menos quiero en este momento es que te desmayes”. El Licántropo es dejado caer con brutalidad a una plancha en donde antes de que alcance siquiera a sentir el impacto, nota como su cuello y cuerpo son rodeados por un metal frío, y de nuevo escucha, -¡Cadenas de Plata!-, al terminar de oír eso, las cadenas son inmediatamente apretadas, la figura mutilada sin manos ni pierna del Hombre Lobo es observada por unos segundos por la sombría efigie del guerrero.

La mente del guerrero viaja por un instante recordando imágenes de la primera vez a la que se enfrentó a un Hombre Lobo, “Hace ya tanto”, piensa, “Estábamos todos juntos en ese maldito pueblo y yo aún era lo más parecido a un ser humano”, en la lúgubre caverna se alcanza a escuchar la tétrica risa a carcajadas del guerrero causando aún más incertidumbre en Pierce... -

¡Ah! Mis hermanos, ¡ja, ja, ja...!

Ahora que nos conocemos mejor-, cambiando intempestivamente el tono de voz, pregunta al Licántropo, -¡Dime! ¿Qué sabes tú de un gran grupo de lobos y un portal? Primero, ¿Qué es lo que están intentando?...

Al escuchar la pregunta, ahora es Pierce el que ríe. Mostrándose impávido, el guerrero nuevamente rocía sobre la herida de la pierna de Pierce, un poco más del Nitrato de Plata diciendo al mismo tiempo, - Veamos… voy a volver a preguntar-, mientras se escuchan los gritos ahogados del Licántropo.

- ¿Qué sabes Tú de un templo en una gran montaña? ¡Habla! ¿Dónde lo encuentro?...

- La unificación- contesta Pierce.

- ¿De qué?- Pregunta insistente el guerrero.

- De todos nosotros, en este y en el otro mundo.

- ¡Habla claro!- dice insistente el guerrero clavando los dedos en la herida del lobo haciendo que el polvo se adentre aún más en su torrente sanguíneo.

- Alguien vino del otro lado con una oferta, mostrándonos el camino a un nuevo mundo-, continúa su relato Pierce ya jadeante, -el portal te llevará al mundo de los hijos de Adán.

- ¿Cómo es que pretenden unificarse?

- Hay un secreto guardado en nuestra elegida, ella está aún oculta entre los hijos de Adán... ellos, entre ellos-, dice entre cortado, -nuestra raza vencerá...- al escuchar eso, el guerrero extiende sus garras de la mano izquierda y en un arañazo con bastante odio, recorre desde la cabeza hasta el pecho de Pierce...

-¡Vamos! continua... ¿Dónde lo encuentro?

- Ve al norte-, intentando reír y escupiendo sangre, dice, -encontrarás un pueblo a la orilla de una montaña, a las orillas de las Tierras Oscuras, ninguno de tu raza se ha atrevido nunca a ir solo ahí...

Viendo que está a punto de nublarse la consciencia del Licántropo, el guerrero lo jalonea con fuerza, -¡No! ¡No te dormirás, estarás despierto cuando te mate... entiéndelo responde!

- No me importa morir, ya hice lo que tenía que hacer... tú nunca llegarás vivo ahí...

- ¿Qué es lo que estas diciendo?- Pregunta el guerrero.

- Tonto, no necesito que me digas tu nombre, él nos dijo que vendrías, te esta esperando… Lóbrego.

En ese mismo momento pierde la consciencia. Lóbrego queda pensativo, retira las cadenas del cuerpo mutilado sólo para que con un certero golpe de espada corte la cabeza diciendo en voz baja...

- ¡NIX!

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